Por Faluya

Por las vidas masacradas
nuestras voces hay que alzar.
Tanta muerte al olvido
No se debe condenar
Todo un río aquel día
muy de rojo se tiñó
Sangre de los inocentes,
sangre del que se huyó.

 

Por el médico que cuando
el hospital se allanó,
al paciente agonizante
maniatado le miró.
Por el niño que no supo
de esta matanza vil,
que sonrió al invasor
que lo mató con su fusil.

 

Al libro de la ignominia
un nombre hay que agregar,
otra fecha ensangrentada
que debemos recordar.
Oradour y El Mozote,
Lidice y Liquica,
y Faluya, otra tumba
del que quiso libertad.

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